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Casa Batlló: una oda a la fantasía y al mundo marino
Casa Batlló es una de las grandes obras de Antoni Gaudí y también uno de los máximos exponentes del modernismo en todo el mundo. Ni fue su primera obra ni la última, pero lo cierto es que Casa Batlló es especial. Es imposible caminar por el barcelonés Passeig de Gràcia y no alzar la vista en el número 43, donde se localiza. No importa si pasas por ahí a diario o con cierta frecuencia, las formas ondulantes de la fachada que evocan el mar introducen por un momento en un mundo mágico del que nadie querría salir.
Este inmueble se asienta sobre uno anterior construido en el año 1877. En aquellos años, ni siquiera había luz eléctrica en Barcelona. En un principio, la idea era derrumbar aquel edificio original, si bien Gaudí optó por mantenerlo y remodelarlo integralmente. Ni la fachada ni el interior nada tienen que ver con el inmueble anterior.
El afamado arquitecto catalán diseñó Casa Batlló después de poner su sello inconfundible en otras obras como Sagrada Familia, Casa Vicens o Palau Güell. Concretamente, esta casa se construyó entre 1904 y 1906, considerándose el único monumento 100 % modernista de Gaudí.
El arquitecto concibió un edificio, propiedad del empresario Josep Batlló y Casanovas, lleno de fantasía y creatividad. No hay más que contemplar la fachada inspirada en el mundo marino, que conjuga naturaleza e imaginación a partes iguales. Las formas ondulantes se combinan con ornamentación floral y balcones con forma de máscaras. En medio de todos estos elementos, múltiples pinceladas coloridas se dan cita en una fachada en la que materiales como la piedra, la cerámica y el vidrio son quienes llevan la batuta.
La guinda del pastel es un tejado que emula las escamas de un animal. ¿Podría ser un dragón? Quizás, dado que se caracteriza por sus tonalidades variables, dependiendo del momento del día. El tejado se acompaña de una torre coronada por una cruz cuyos brazos indican los puntos cardinales.
Si el exterior es exuberante, posiblemente el interior lo sea más. En las entrañas de Casa Batlló recibe un vestíbulo que continúa con la estética marina. La joya de la corona es la planta noble, donde residía la familia Batlló. Hay varios elementos que llaman la atención. Por ejemplo, las originales puertas ondulantes o la chimenea con forma de seta. En el patio de luces predomina el azul, mientras que el desván se distingue por ser blanco impoluto, también de diseño sinuoso.
Como en otras obras de Gaudí, la azotea juega un rol fundamental. Los conjuntos de chimeneas adornan este espacio sin perder de vista su funcionalidad. Nuevamente, la cerámica vuelve a estar muy presente.
A partir de la década de los 50, la familia Batlló dejaría de ser la propietaria de este inmueble. En los 90 pasa a manos de sus actuales propietarios, la familia Bernat, quien la restaura en profundidad. Declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO, Casa Batlló es uno de los principales atractivos de Barcelona. Cada año la visitan más de un millón de personas.